Movimientos Conscientes o Movimientos Mindfulness
El ser humano se mueve.
El movimiento forma parte inherente de la propia existencia, todo cambia y quizá el propio movimiento sea un homenaje a la impermanencia de las cosas.
Vivimos en una sociedad que si bien, en ocasiones, se comporta con un ritmo frenético, resulta paradójicamente sedentaria e indiscutiblemente enfocada en la mente.
Desconectada del cuerpo.
Trataremos en este artículo sobre como la práctica de los movimientos mindfulness, (también llamados movimientos conscientes), pueden ofrecer una fantástica herramienta para relacionarse de una manera más creativa con el dolor, el estrés o la ansiedad.
Los movimientos conscientes no están concebidos como un mero ejercicio, aunque también se puede obtener de ellos un beneficio físico, de hecho ayudan a tonificar, estirar la musculatura y a evitar su atrofia.
Su capacidad de transformar la relación con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones hacen de ellos una importante herramienta meditativa.
Los movimientos mindfulness tienen la característica de ser sencillos, seguros y en general agradables de practicar. Potencian nuestra sensibilidad y la capacidad propioceptiva y ayudan a generar sustancias endógenas que mejoran los procesos inflamatorios, el dolor y la sensación de bienestar. También se han realizado estudios clínicos sobre la influencia de los movimientos conscientes sobre el sistema nervioso, el inmunológico o el endocrino entre otros.
Durante la práctica de los movimientos mindfulness es de vital importancia “escuchar al cuerpo” y llevar de manera paciente, amable, curiosa pero decidida la consciencia al movimiento.
Son de vital importancia dos conceptos, el “borde blando” y el “borde duro”.
Cuando hablamos de “borde blando”, nos referimos a aquel punto donde comienzas a notar una sensación de amable compromiso o estiramiento en aquella zona que estés moviendo. Para encontrarlo necesitamos realizar movimientos lentos y sutiles con mucha sensibilidad para que este punto no pase inadvertido.
“El cuerpo humano está diseñado para moverse, de modo que, si permaneces quieto mucho tiempo, puedes acabar generando muchos problemas de salud”
Personas con tendencia (o que se ven obligadas) a periodos largos de inmovilidad debido al dolor, la tristeza o la fatiga, pueden verse enormemente beneficiadas con la exploración del “borde blando” ya que el simple hecho de realizar estos movimientos puede suponer, por un lado, una movilización cuidadosa de la sangre, la linfa, las articulaciones o algunos órganos internos y por otro, la toma de consciencia del flujo cambiante de las emociones y los pensamientos asociados a estas condiciones de inmovilidad.
Cuando hablamos del “borde duro”, nos referimos a aquel que nunca deberíamos traspasar, ya que compromete a nuestro cuerpo de una manera peligrosa, susceptible de lesión. El dolor o la molestia severa suelen ser indicativos de que nos acercamos al borde duro. Personas con tendencia a la ansiedad o a la hiperactividad pueden verse arrastradas por una inercia que les lleve a sobrepasar inconscientemente el “borde duro”. Es por ello que los movimientos mindfulness resultan de gran utilidad para estas personas.
Tanto en un caso como el otro es importante tomar conciencia tanto del “borde blando” como del “borde duro”.
Es necesario establecer un equilibrio consciente entre hacer demasiado y no hacer lo suficiente.
Aquí os dejamos un par de enlaces sobre movimientos mindfulness que pueden ser de interés:
Movimientos conscientes:
http://www.respiravida.net/movimientos-mindful
Estudios:
http://www.respiravida.net/articulos/movimientos-meditativos-para-la-depresi%C3%B3n-y-la-ansiedad
Juan Carlos Espejo