Todos podemos darnos cuenta de que las redes sociales pueden ser útiles en nuestra vida cotidiana, aunque también pueden debilitar nuestra capacidad de prestar atención debido a su naturaleza altamente distractiva, con interrupciones constantes y múltiples estímulos visuales y auditivos que pueden dificultar nuestra capacidad para concentrarnos en tareas importantes.
La televisión, las plataformas de contenido audiovisual o el consumo compulsivo son también buenos ejemplos de recursos distractivos.
La falta de atención y la distracción son dos factores que pueden tener un impacto significativo en nuestra capacidad para gestionar los desafíos que nos propone la vida cotidiana. La atención y la concentración son habilidades cognitivas esenciales para poder enfrentar situaciones estresantes hábilmente, mientras que la distracción puede hacernos más vulnerables a los efectos negativos del estrés.
Uno de los principales efectos de la falta de atención y la distracción es que pueden disminuir nuestra capacidad para identificar las fuentes de estrés en nuestra vida. Si no estamos prestando atención a lo que está sucediendo a nuestro alrededor, podemos perder señales importantes que nos indican que algo no está bien. Por ejemplo, podemos no notar que estamos acumulando demasiado trabajo, que tenemos problemas en una relación o que estamos descuidando nuestra salud.
La falta de atención también puede hacer que nos sintamos abrumados. Si estamos constantemente distraídos y saltando de una tarea a otra, puede ser difícil centrarse en una cosa y hacerla plenamente. Esto puede llevar a sentimientos de ansiedad y frustración, lo que a su vez puede aumentar nuestra reacción inconsciente al estrés.
No es que haya algo erróneo o equivocado en distraerse de vez en cuando, (incluso puede ser deseable), el problema surge cuando tenemos arraigado el hábito distractivo (y evitativo) al sentir la más mínima incomodidad.
Varios estudios como los publicados por el Dr Jos F Brosschot y colaboradores o el del Dr Michael D Mrazek y colaboradores han demostrado que la meditación, así como la práctica de mindfulness, pueden ser efectivas para reducir los efectos negativos del estrés y mejorar nuestra capacidad para manejarlo. La meditación y la atención plena nos enseñan a prestar atención a nuestras sensaciones físicas y emocionales, lo que nos permite ser más conscientes de nuestras respuestas a las situaciones difíciles. Al estar más presentes en el momento, podemos aprender a responder a los desafíos vitales de una manera más saludable y efectiva.
Otros estudios, encontraron que las personas que son más propensas a distraerse y tener dificultades para concentrarse también son más propensas a experimentar emociones negativas en respuesta al estrés. Los investigadores sugieren que la falta de atención puede hacer que las personas se sientan más desconectadas de sus emociones, lo que a su vez puede aumentar su respuesta negativa a las situaciones difíciles.
La falta de atención también puede afectar nuestra capacidad para resolver problemas. Si estamos constantemente distraídos, puede ser difícil concentrarnos en encontrar soluciones creativas a nuestras dificultades. Esto puede aumentar nuestra sensación de impotencia y disminuir nuestra capacidad para afrontar el estrés.
Es muy importante usar la amabilidad y el afecto (Kindfulness) para fortalecer nuestra capacidad de prestar atención. La autocrítica no es realmente muy útil, ya que puede retroalimentar y cronificar nuestro estrés y nuestra ansiedad. La amabilidad nos ayuda a sentirnos más tranquilos y en paz, nos da la perspectiva de saber que lo estamos haciendo de la mejor manera que podemos en ese momento.
En resumen, la falta de atención y la distracción pueden tener un impacto significativo en nuestra capacidad para manejar las situaciones difíciles. Pueden hacernos más vulnerables a los efectos negativos del estrés, disminuir nuestra capacidad para identificar sus causas en nuestra vida, y disminuir nuestra capacidad para resolver problemas de manera efectiva. Por lo tanto, es importante aprender prácticas de atención plena y hacer un esfuerzo consciente para estar presentes en el momento, pero tan importante o más que esto, es hacerlo de manera cálida, amable y autocompasiva. Siendo pacientes con nuestras propias dificultades, tendencias y procesos. Acogiendo plenamente el lugar en el que nos encontramos y realizando un compromiso por un uso más responsable de nuestros recursos distractivos.
Referencias:
- Brosschot, J. F., Gerin, W., & Thayer, J. F. (2006). The perseverative cognition hypothesis: a review of worry, prolonged stress-related physiological activation, and health. Journal of psychosomatic research, 60(2), 113-124.
- Mrazek, M. D., Franklin, M. S., Phillips, D. T., Baird, B., & Schooler, J. W. (2013). Mindfulness training improves working memory capacity and GRE performance
Juan Carlos Espejo