El acto de quererse a uno mismo (mindfulness y compasión)

A menudo, la vida puede volverse difícil. Aquí surge una cuestión fundamental: ¿podrías ser amable contigo mismo cuando esto sucede?

El dolor en la vida es inherente en la condición humana. La pérdida, la preocupación, el desamor, las dificultades son inevitables, eso no podemos cambiarlo, pero cuando nos resistimos al dolor, cuando nos negamos a transitarlo, éste sólo hace que volverse más intenso. Y es esa resistencia al dolor que genera el sufrimiento. Sufrimos no sólo porque es doloroso en el momento, sino porque deseamos con vehemencia que las cosas sean distintas a lo que en realidad son.

La negación es otra forma habitual de no transitar o resistirnos al dolor. Creemos que si negamos el problema, si miramos hacia otro lado y simulamos que no existe, éste acabará desapareciendo. Nada más lejos de la realidad. La ciencia ha demostrado que cuando intentamos suprimir nuestros pensamientos o nuestras emociones no deseadas, éstas no hacen sino que hacerse más fuertes y pueden manifestarse con distintos tipos de problemas psicológicos y cognitivos como el estrés, la ansiedad, la depresión, las adicciones etc.. Además, al evitar o suprimir pensamientos y emociones dolorosas, nos aseguraremos que no podremos verlos con claridad y responder hacia ellos con compasión, que es la base misma de la sanación.

El cultivo de mindfulness y compasión te enseña de forma progresiva a afrontar las experiencias difíciles, abriéndonos y suavizando las resistencias hacia ellas. El mindfulness y compasión puede compararse al efecto que tiene un buen amigo en tu vida. Imagina cómo te sentirías si estuvieras abrumado y un buen amigo entrara en la habitación, te abrazara, se sentar a tu lado, escuchara tu angustia y después te ayudara a elaborar un plan de acción. Afortunadamente, este amigo atento y compasivo puedes ser tú. Aprende progresivamente a abrirte a lo que es, sin resistencia, mediante la atención compasiva.

En una situación difícil, no practicamos el mindfulness y compasión por liberarnos de nuestro dolor, lo practicamos porque no siempre es fácil ser un ser humano. La aceptación radical es como una madre que consuela a su hija enferma. La madre reconforta a la hija, no porque así se marchará la enfermedad, sino que lo hace como una respuesta natural al sufrimiento, mientras que se produce el proceso de sanación. Por tanto debemos aprender a acercarnos al dolor como un aprendizaje profundo de vida, no porque queramos liberarnos de nuestro sufrimiento. Paradójicamente, si aprendemos a transitar el dolor, sin la intención de librarnos de él, estamos ya en el proceso mismo de sanación.

“Cuando aceptamos plenamente la realidad de que somos seres humanos con imperfecciones, con tendencia a errar y luchar, nuestro corazón comienza a abrirse y suavizarse de manera natural, y empezamos a respirar de forma más profunda y libre”

Como las dos alas de un pájaro, el mindfulness y compasión hacia sí mismo, forman un estado de presencia amorosa y conectada, que nos hace más fuertes durante los momentos difíciles de nuestra vida.

Aleix de Gispert

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